EL PODER DE LAS APARIENCIAS
Es una verdad imperante el hecho de pensar que la apariencia ejerce un papel determinante en nuestra vida.
La imagen muestra quien eres, o más bien, quien quieres ser.
El influjo que ejerce sobre mí la imagen de una persona es algo inexplicable con palabras, es una sensación divina, una experiencia mística. No suelo juzgar la belleza dada para saber si alguien me apasiona o no. Busco una coincidencia de sensaciones entre esa persona distante a mí, en un concurso de los sentidos pero sin el agente físico de por medio. Todo ello me induce a pensar en la existencia de una comunicación entre ambos de índole desconocida. Esa sensación me agita. Me provoca. Me incita a conocer más a esa persona, y saber si todo ese mundo que yo creé tiene algo de cierto en la realidad. Me gusta observar, me encanta observar. Posiblemente es una de las cosas que más me gusta en el mundo mundial. Y cuando estoy sentada viendo pasar a la gente, ajenos unos de otros y a mi mirada enjuiciadora, me advierto pensando a cuanta gente me gustaría conocer...Y ellos sin saberlo, y yo sin intentarlo.